
La Santa Escuela de Cristo
El 26 de Febrero de 1653 fue fundada en España la primera Escuela de Cristo, en el Hospital de los Italianos en Madrid, merced al celo apostólico del virtuoso sacerdote italiano Juan Bautista Feruzo, que desempeñaba el cargo de administrador de dicho hospital. Más tarde llegaría a ser obispo de Triventino, en Nápoles. En 1646 el mismo P. Feruzo ya había iniciado en el mismo lugar las prácticas de la Escuela de Cristo, reuniendo seglares, pero no se consolida hasta el referido año de 1653.
Sus Constituciones fueron aprobadas por el Cardenal Arzobispo de Toledo D. Baltasar Moscoso y Sandoval, el 17 de Marzo de 1656; aprobadas a su vez por el Pontífice Alejandro VII en el Breve de elección: “Ad Pastoralis Dignitatis Fastigium” fechada en Roma el 10 de Abril de 1665, y confirmadas por Clemente IX en su Breve: “Sacrosancti Apostolatus Officium” de 12 de Julio del año 1669. Este último Papa, antes de ser elevado a su sede apostólica de Roma fue simple hermano de la Escuela de Madrid, cuando desempeñaba el cargo de Nuncio Apostólico.
Las Escuelas de Cristo deben su primitivo esplendor, su dinámica y expansión por todos los confines de la Tierra, al talento y virtudes del D. Juan de Palafox y Mendoza (1600-1659), obispo de Osma (Soria), anteriormente de Puebla de los Ángeles y Virrey de Méjico y al que las Escuelas reunidas en Congregación General con motivo del III Centenario de la Fundación de la “Escuela Madre” declararon cofundador del Instituto.
A las diferentes Escuelas de Cristo, atentas a la perfección interior de sus miembros, han pertenecido en el curso de los tiempos personalidades de todos los estados y condiciones sociales. Destacan entre ellos:
San Antonio Mª Claret, Arzobispo y fundador de la orden Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (PP. Claretianos). Fue confesor de la reina Isabel II, vivió en el citado Hospital de los Italianos e ingresó como simple hermano en la Santa Escuela de Cristo de Madrid, adoctrinando con ejemplo y vida santa a sus miembros.
San Andrés Humberto Fournet, sacerdote francés, expulsado de su país por la Revolución en 1789, que perteneció a la Escuela de Los Arcos (Navarra) y edificó a sus hermanos con puntual asistencia a los ejercicios semanales de la misma, viviendo durante su estancia en dicha localidad una vida de penitencia y de ejemplo del que se hace eco en el expediente de su canonización.
Varios hermanos han sido también reconocidos por la Iglesia:
Beato Nicolás Mª Alberca, religioso franciscano, mártir en Damasco el año 1860, de la Escuela de Madrid.
Beato Diego José de Cádiz, misionero capuchino que perteneció a la Escuela de Cristo de Puerto de Santa María, el cual en sus predicaciones apostólicas exhortaba a los sacerdotes a pertenecer a la Institución.
Beato Juan Alcober, mártir dominico en China, que también perteneció a la Escuela de Puerto de Santa María.
Beato Juan de Palafox y Mendoza, cofundador de la Escuela Madre y fundador a su vez de otras muchas en España, gran difusor y propulsor de las mismas.
Venerables en proceso de beatificación se encuentran numerosos hermanos como:
Antonio Alonso Bermejo, penitente hermano seglar de la Escuela de Nava del Rey, enfermero en el hospital de San Miguel de dicha localidad y que murió en olor de santidad.
Francisco Castillo, jesuita natural de Perú, fundador de la Escuela de Cristo de Lima.
También el poder civil distinguió a la Escuela de Cristo de Madrid como consta en su archivo. Recibió numerosas limosnas de los monarcas Felipe IV, Felipe V, Fernando VI y Carlos IV. Fernando VII se declaró protector de las Escuelas de Cristo otorgando el título de Real a la Escuela Madre por la Real Orden de 9 de Julio de 1826, aunque por la humildad que le caracteriza nunca usa dicho título.
La Santa Escuela de Cristo de Orduña
La Escuela de Cristo llega a Orduña el 11 de Mayo de 1676. Es fundada en nuestra Ciudad de Orduña por el padre Fray Tomás de Isla. Este Lector de Teología de la Santa Orden de Predicadores lo hace bajo las mismas Constituciones aprobadas para la de Madrid, según consta en el Acta 1ª, levantada y firmada por el referido religioso, el 7 de Mayo del año siguiente.
La fundación de la Escuela de Cristo se hace en la antigua sacristía de la Parroquia, espacio físico cedido para este fin por la Parroquia de Santa María. Se denomina desde entonces Oratorio y es conocido a nivel popular como «La Capilla de la Escuela».
La Escuela de Orduña ha permanecido de forma ininterrumpida en nuestra Ciudad hasta nuestros días. Siendo su carácter e identidad de servicio a los Hermanos y con unas actividades internas para los mismos, en Orduña recoge el legado de la Vera Cruz y desde el principio se encarga de la organización de las procesiones de Semana Santa.
Las Escuelas de Cristo tienen como patrono y protector a San Felipe Neri. Este santo, fundador del Oratorio, nació en Florencia en 1515. En 1548, dio su primer paso decisivo hacia una vida mas intensa de piedad, acompañada siempre de su buen humor y carácter atractivo. Se hizo miembro de la confraternidad de la Santísima Trinidad de los Peregrinos, institución de tipo medieval, cuyos miembros se dedicaban al socorro de los peregrinos pobres que llegaban a Roma. El Jubileo de 1550 ofreció excelente ocasión al celo de Felipe Neri y sus compañeros de asociación. De aquí nació la idea que en 1558 llevó a la fundación del Hospital della Trinità de Peregrini.
El paso siguiente fue la fundación del Oratorio que lleva su nombre. Ordenado sacerdote en 1551, entró a formar parte de una asociación de sacerdotes seculares que se denominaba de San Jerónimo della Carità, donde se le fueron juntando más sacerdotes. Felipe de Neri se dedicó de lleno al ministerio del confesionario y con su carácter suave y atractivo, y su espíritu impregnado de la más suave piedad, atrajo al Oratorio a muchas almas. Quedaron atrás los años en los que tenía intención de marchar a la India, siguiendo los pasos de San Francisco Javier e influenciado por las cartas de éste. Se quedó definitivamente en la Ciudad Eterna, haciendo del Oratorio uno de los centros más fecundos de la nueva espiritualidad cristiana y de una verdadera renovación católica.
Vivió en esa Ciudad junto a otros muchos Santos. Tuvo relación con dos muy ligados a nuestra tierra. El ya citado San Francisco Javier y con San Ignacio de Loyola. Éste, que lo conocía a fondo, lo compara con la campana que llama al pueblo, y que nunca se separa de la torre de la iglesia. Murió en Roma en mayo de 1595.