La Virgen de La Piedad.
Nuestra Hermana Cofradía de Ntra. Sra. de la Merced de Bilbao venera cada Martes Santo a la Virgen de La Piedad, (Juan Pascual de Mena, 1756). En esta Semana Santa proponemos una meditación sobre la situación de María sosteniendo en sus brazos el cuerpo inerte de Jesús. Al final nos unimos al cántico que el Abad entona emocionado: Salve Regina.
ORACIÓN – MEDITACIÓN
Pocas escenas son más conmovedoras que la de una madre llorando la muerte de un hijo; y seguramente ninguna obra de arte refleje mejor esto que la Piedad de Miguel Ángel. Unos brazos maternales fuertes sostienen el cuerpo inerte del Hijo. Parece como si el mármol fuera a derretirse en las manos de María. “Todo está cumplido”, dijo Cristo en la Cruz. ¿Todo? Para Él sí, pero aún no para nosotros. A los pies de la Cruz oíamos susurrar a María entre suaves lágrimas: “Hágase tu voluntad”. Hoy más que nunca, María entrega a su hijo al Padre con estas palabras, y nos invita a recibir cada día la Vida que brota del árbol de la Cruz.
Contemplamos el Cuerpo de Jesús, el testamento de toda una vida entregada por amor al Padre y a los hombres. En sus manos están los callos que le dejó su trabajo en la carpintería de Nazaret, en sus pies los cansancios de tantos caminos recorridos buscando a los hombres, en sus músculos y tendones aún la tensión y el esfuerzo de cargar con nuestra cruz, en su corazón grabados con fuego los nombres de cada uno de nosotros,… Un amor hecho carne y entregado hasta el extremo. “Ecce homo”, ‘aquí está el hombre’, he aquí el Dios amor. María lo toma en sus brazos y mirándole recibe un sinfín de recuerdos de estos hermosos y fatigosos 33 años. Especialmente recuerda aquella subida a Jerusalén cuando Jesús tenía 12 años. Su hijo se perdió en Jerusalén, José y ella lo buscaban con angustia y al final lo encontraron al tercer día en el templo entre los doctores. “Debo estar en las cosas de mi Padre”, dijo el niño. María esboza una tierna y dolorosa sonrisa. La madre en su fe aún espera encontrarle al tercer día.
El rostro de Cristo echado a un lado quería recordar según el propio autor no a un hombre totalmente muerto sino, más bien, a un hombre naciente. El rostro tranquilo de Cristo parece el de un hombre que duerme. Nos remite a Adán, primer hombre, que duerme mientras de su costado Dios extrae la costilla con la que creará a Eva. Aquí está el nuevo Adán, en brazos de la nueva y obediente Eva. Del costado de este Adán nacerá la nueva humanidad, la Iglesia, de la que María es siempre modelo y madre.
Miramos así a María, mujer fuerte y madre del amor. Sorprende su juventud. Dirá el maestro italiano que ésta se justifica en su eterna virginidad. Es una faz inmaculada que muestra cómo el amor “es más fuerte que la muerte” (Ct 8,6), cómo los enamorados de Dios no conocen la vejez ni el hastío.
Por esto María es modelo de esa Iglesia que somos tú y yo, y que está llamada a recoger el don de Cristo. En ella se cumple aquella palabra de Isaías: “Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié.” (Is 55, 10-11). Su Sangre que brota de su costado abierto, su Cuerpo que bajamos con sumo cuidado de la Cruz los recibe la Iglesia en su regazo maternal. Con la misma pureza, humildad y devoción quiero recibirte, mi Cristo, en cada Eucaristía. Perdona si alguna vez no estuve ahí para sostener tu Cuerpo, si mis manos fueron frías y mi corazón insensible.
Madre, enséñame el amor, a recibir a Cristo desgarrado y roto también en aquellos sin aspecto atrayente, en los más despreciados en los que, si escucho con atención, oiré susurrar a tu hijo: “Conmigo lo hicisteis”.
Adaptación. https://www.elreydelacasababy.com/
- / Virgen Dolorosa de La Piedad.
- / Ruega por nosotros, hijos tuyos.
Dios te salve María…
- / Virgen Dolorosa de La Piedad.
- / Ruega por nosotros, hijos tuyos.
Dios te salve María…
- / Virgen Dolorosa de La Piedad.
- / Ruega por nosotros, hijos tuyos.
Dios te salve María…
SALVE REGINA
Salve Regina, Mater misericordiae
vita dulcedo, spes nostra, Salve.
Ad te clamamus, exules, filie Evae.
Ad te suspiramus, gementes et flentes
in hac lacrimarun valle.
Eia ergo, advocata nostra,
Illos tuos misericordes oculos
ad nos converte.
Et Iesum, benedictum fructum ventris tui
Nobis post hoc exilium ostende.
O clemens, O pia, O dulcis virgo Maria.